lunes, 19 de octubre de 2009

BARRANCA ABAJO…


Recientes estadísticas, prácticamente uniformes indican que las escuelas privadas han tomado una ventaja notoria sobre las escuelas públicas en lo referente a capacitación de su personal docente, sistema de enseñanza y eventual preparación para el ingreso a los claustros universitarios.-

Ciertamente, la conclusión es obvia: quienes en 1958 propiciamos la sanción de la ley Domingorena no estuvimos equivocados, pues ya en aquel momento se veía venir una crisis larvada en la educación pública argentina.-

Recuerdo por haber sido protagonista en las calles de La Plata con cuanta ferocidad fuimos atacados los partidarios de la enseñanza libre, dado que los propulsores del monopolio estatal no querían aceptar bajo ningún concepto la creación de las universidades privadas.-

La Iglesia, Madre y maestra, había advertido con inocultable oportunidad que los planes gubernamentales a través de sucesivos gobiernos e inspirados en la famosa ley 1.420 de educación gratuita y laica, habían demostrado su fracaso a punto tal que aquellos románticos principios de la reforma de 1.918 se habían transformado con el devenir de los tiempos en legislaciones opacadas por el llamado “gobierno tripartito” que introdujo la política en las universidades y en las escuelas secundarias, provocando el caos en muchos estamentos, a punto tal que los claustros en lugar de ser ámbitos del saber como reclamara Alfonso “El Sabio”, fueron caldo de cultivo de gimnasias revolucionarias que provocaron el paulatino descenso del nivel educativo argentino.-

Nuestra Patria que durante los primeros cincuenta años del siglo pasado fue faro iluminador del que tomaron ejemplo el resto de los países America-hispana, devino en un lamentable plano inclinado, barranca abajo, llegando a un punto tal que está considerada por los estadísticos en un nivel notoriamente inferior, habiendo perdido, sobradamente, aquel lugar de privilegio del que nos sentíamos tan orgullosos los argentinos.-

El Presidente Frondizi, un intelectual y político que impulsó como nadie el desarrollo nacional a través de la industria autóctona, avizoró que necesitábamos universidades, donde los talentos no se desperdiciaran y fue así como dio impulso a la ley nombrada y facilitó con los medios a su alcance, el nacimiento de la Universidad del Salvador, donde los padres “jesuitas” propiciaron carreras importantes, como por ejemplo la de Medicina y las de Ciencias Jurídicas y Sociales.-

Paralelamente, Monseñor Derisi dio cimiento a la UCA y fue así como prontamente otras confesiones religiosas -e incluso iniciativas privadas- encontraron en el apoyo del Estado el comienzo de una actividad por decenios negada.-

Alguien dirá seguramente que estas universidades recibieron subsidios y apoyo diversos del Estado, pero es del caso preguntarse si el elefantiásico sistema de la escuela pública no recibe absolutamente todo del gobierno de turno y malgasta esas ayudas, llegando al extremo de que hoy por hoy las escuelas son centros de asistencialismo, donde en lugar de impartir enseñanza plena y fecunda, se ayuda simplemente a mitigar el hambre de los pequeños.

¡Recordemos que la escuela es el lugar donde debe enseñarse y son los padres quienes naturalmente deben velar por el alimento de sus hijos.

Podrá supletoriamente realizar esa función supletoria, pero jamás modificar sus fines!

Duele efectuar estas comprobaciones que a diario observamos en todo el ámbito del país, mientras que el presupuesto educativo se mantiene en una larga meseta y el Gobierno desparrama dinero en frivolidades o en el clientelismo que campea por doquier.-