domingo, 8 de agosto de 2010

Matar al mensajero


Cuando recorro las calles de Junín suelo recibir felicitaciones por estas notas, en modo particular de la gente que tiene una edad parecida a la mía.
No faltan por supuesto, algunas críticas, sobre todo en los medios digitales donde ni siquiera se sabe el verdadero nombre de quien  comenta y lejos de refutar la idea directamente descalifican al autor.
Supongo que con todas estas actitudes buscan prioritariamente que los jóvenes tengan una visión distorsionada de mi actuación en algunos períodos, verbigracia, eligen ignoran que nada tuve que ver con la dictadura de Videla, pues mi desempeño como Intendente de Junín fue mucho antes, durante el gobierno de Juan Carlos Onganía.
También olvidan los detractores que fui Convencional Nacional Constituyente en Santa Fé/ Paraná en 1994  elegido con el voto popular y donde tuve la satisfacción de expresar mis ideas y contribuir a mi manera a la sustentación de una Patria grande, para todos los argentinos.
Fui uno de los pocos que en el recinto se atrevió a cuestionar el Pacto de Olivos, donde Raúl Alfonsín trabajó para su estatua y Carlos Menem para su reelección.
Hecha esta aclaración pasemos al hoy, donde advertimos que por un lado tenemos un gobierno nacional casi autocrático donde todos los días se elaboran proyectos que tienden a limar las ideas de la oposición, algunas de las cuales, verbigracia, el aumento a los jubilados, el problema de los hielos continentales, y la minería a cielo abierto y la reducción de los impuestos a la soja son iniciativas que hacen al bien público.
Tampoco se debe desconocer que la incesante actividad de Cristina Fernández de Kirchner y el subterráneo trabajo de su esposo permiten avizorar un panorama propicio para seguir en el poder después del 2011. Claro que a ello contribuyen la falta de unidad de la oposición donde hay demasiados caciques y pocos indios.
Hasta que los adversarios del actual gobierno no comprendan que por encima de todo deben encolumnarse en un proyecto común y hasta que dejen de sacarse fotos comprometedoras con los actuales funcionarios del régimen imperante, será en vano lograr coherencia donde no la hay.
Desgraciadamente podemos comprobar que existe una ambición de poder que permite sospechar que aquellas virtudes cívicas como la lealtad, la caballerosidad, el altruismo, la honradez y la dignidad están lejos de nuestros políticos actuales, en modo especial cuando aparecen supuestos sobornos que hacen que funcionarios que llegan al poder con una mano atrás y otra adelante y que al poco tiempo son terratenientes, como muchos de los casos que todos conocemos y que ya ni vale la pena reiterar porque desgraciadamente nuestra justicia actúa con lenidad y muy difícilmente condene a alguien mientras tenga poder.
También hay que referirse, casi en forma obligada, al enfrentamiento ostensible del kirchnerismo con la Iglesia Católica, que es uno de los pilares de nuestra historia.
Anticipadamente se puede vaticinar que muy pronto llegará el día de la separación de la Iglesia con el Estado, acentuando si cabe un propósito laicista y que también repercutirá en lo económico.
Quizás sea precedido de una ley a favor del aborto, la eutanasia y como elemento definitorio lo que sucedió con la aprobación del casamiento de personas del mismo sexo.
Lo primero que debe puntualizarse, es que los medios en general contribuyen muy poco o nada a lograr un clima de paz y tranquilidad en el país, pues muchos de ellos con tal de lograr una nota rimbombante se permiten azuzar a los políticos y de ese modo crean rencillas y discusiones estériles a través de reportajes mal intencionados.
En una reciente nota de Ernesto Tenembaun en la Revista “Veintitrés” se señala con acierto que, por caso, cuando la artista Patricia Sosa hace unos días actuó en el acto de inauguración de la Sociedad Rural y cantando el himno nacional, inmediatamente se la calificó de “pro-genocida”, algo similar con lo que viene ocurriendo con otras figuras, que simplemente fueron a trabajar mediante un cachet o contrato como cualquiera que vive de su trabajo en el rubro que fuere.
Como se verá, cualquier hecho es bienvenido para descalificar, señalar y herir, siendo que en el caso de la canta-autora lejos de tener una posición política pública, es una asidua colaboradora de los que mas necesitan y es muy elogiable su labor en la provincia del Chaco, a la que concurre habitualmente al “Impenetrable” para hacerles llegar donaciones a muchos desclasados y olvidados en nuestro país, tarea que realiza  mediante su fundación “Pequeños gestos”.
Por todo esto, puede afirmarse que estamos en una suerte de caza de brujas que esperemos algún día termine en nuestro país, pues todo ello causa divisiones y antagonismos en una Patria que quiere ser grande y poderosa.

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