lunes, 2 de agosto de 2010

LOS TRES PERONES


Confieso que nunca había estado  como paciente en el Hospital Zonal de Agudos “Félix Abrahán Piñeiro” de Junín hasta que me tocó superar una grave enfermedad de la que todavía no he salido, pero debo admitir que el equipo de profesionales que me asistió en la emergencia demostró una eficacia enorme y además pude comprobar la capacidad y también el excelente estado en general de las instalaciones, aunque como he dicho, mas me asombró la excelente predisposición de los médicos y del personal auxiliar.
No en todas las clínicas privadas se ve lo que vengo apuntando por lo que quiero expresar mi mas absoluto agradecimiento, tanto mío como de mi familia.
Este hospital es precisamente obra también del primer peronismo y por eso decimos en el título que en rigor, hubo tres “perones”.
 El primero fue el que logró una transformación enorme en el país, pues fue la primera vez que las clases pobres lograron un bienestar que jamás habían tenido. Desde poder veranear en Chapalmadal hasta conseguir sindicatos fuertes que exigían y lograban determinadas conquistas laborales. Todo esto fue acompañado de planes quinquenales que dieron muy buen resultado, apunto tal que la Argentina dio un giro de 180  grados como cuando uno da vuelta un guante.
De aquel país agro-exportador, se logró pasar a un país con sesgo industrial, pues Perón sabía como estimular a los industriales al tiempo que conseguía, por ejemplo, que se construyeran autos nacionales como el “Di Tella” y otros, hasta un avión que el pueblo denominaba “pulqui” y que se usaba con fines propagandísticos. Ese fue sin dudas el mejor Perón, pues había regresado de Europa y siempre tuvo en cuenta las experiencias totalitarias de Mussolini hasta que fue derrotado por un golpe de estado que se conoció en la historia como la “Revolución Libertadora” y que ahora podemos vislumbrar que fue una experiencia totalmente negativa y que dio nacimiento al llamado “gorilismo” y que ningún beneficio concreto trajo a la república.
El segundo Perón es el del exilio y de los 18 años que pasó en España, mas precisamente en “Puerta de hierro”. Allí fue receptáculo de numerosas visitas que en rigor lo único que hacían era pelearse entre ellos para ver quién disfrutaba del apoyo del líder ausente. Esto traía como consecuencia que existiera entre sus huestes rivalidades menores mientras se creía que jamás volvería a retomar el poder.
Era un Perón vivaz, hábil para toda clase de maniobras y que contaba con el apoyo de su segunda mujer, María Estela Martínez de Perón, alias “Isabelita” y del que luego tendría un protagonismo nefasto, José López Rega, aunque  todo esto sucedió mayoritariamente muerto el líder.
Naturalmente, todos los del movimiento peronista sean de izquierda o de derecha aspiraban a obtener la bendición del líder y trataban de llevar agua para su molino.
Perón con la astucia que lo caracterizaba nunca daba la última palabra a nadie, pero indudablemente en su fuero íntimo tenía preferencias obvias por el ejército y el sindicalismo.
No hay que olvidar que era un hombre de las Fuerzas Armadas, por lo que siempre esperó obtener un acuerdo con los militares, incluso con aquellos que eran tan reacios a sus propósitos. Finalmente y después de 18 años de exilio, volvió al país.
El tercer Perón venía imbuido de firmes convicciones democráticas y pensaba que la única solución era la unidad nacional.
Sin embargo, cuando llega al país se encuentra con una realidad totalmente diferente para la cual venía preparado.
Estaba operando la tendencia revolucionaria, organismo decididamente comunista y que se había adiestrado especialmente en Cuba, que a su vez recibía directivas de los cubanos de Fidel Castro. Había aparecido el “entrismo”, es decir, un sistema que permitía ingresar a muchos infiltrados en la estructura peronista.
Comenzaron primeramente durante el gobierno de Héctor Cámpora intentos de captar los puestos de gobierno más importantes para instaurar después la “patria socialista”. Eso hizo que el viejo soldado comenzara a advertir que los asesinatos estaban dirigidos a ablandar no solo a Perón sino también a la población en general.
Fueron días muy duros, con secuestros terribles como el caso del coronel Larraburu y que culminaran con la muerte de José Ignacio Rucci, que enterado Perón dijo:”me han cortado las piernas”. A partir de allí se convenció que no podía haber tregua, pues ellos no querían una patria peronista, sino una patria socialista, abastecida por Fidel Castro y Mao Tse Tung y que se llamó “la juventud dorada”, luego pasando a ser “los imberbes” y a quien el Jefe de la s Fuerzas Armadas echó de la Plaza de Mayo.
Fue tal el propósito del General de constituir un pacto social que hasta cuando exigió la renuncia de Cámpora estuvo a punto de completar el binomio presidencial con Ricardo Balbín, pese  a la oposición de Raúl Alfonsín y otros radicales que decían ser de izquierda y apoyar la social democracia.
En fin, que cualquiera sea la versión que objetivamente tengamos de Juan Domingo Perón, nadie puede dudar que estamos en presencia de un gran argentino.

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