miércoles, 28 de julio de 2010

LA SEGUNDA GUITARRA


En 1925 Agustín Magaldi estaba preocupado porque no encontraba una segunda voz hasta que Enrique Maciel- recordado guitarrista de Don Ignacio Corsini- le sugirió acompañarlo al barrio porteño de Mataderos, pues allí había un cantor y guitarrista de muy buen perfil y que podía ser la segunda voz que tanto le interesaba. Conversaron, se pusieron de acuerdo y ahí quedó constituido el dúo Agustín Magaldi- Pedro Noda, que fue el de más larga duración de la época, a tal punto que su última presentación fue en el ya desaparecido cine “Astro” de la ciudad de La Plata y con resonante éxito. Había  durado  10 años…
Es que parece que en todas las actividades humanas existen personas que son óptimas para acompañar pero que tienen  una suerte de frustración cuando les toca asumir actitudes definitorias.
Ejemplo de ello es lo que está pasando – no desde ahora  - con los dirigentes radicales que quiérase o no son proclives a caer en las jugadas maestras que realiza el “kirchnerismo” y quedan enroscados en tal cuestión sin poder ver que las cosas más importantes no son atendidas, haciéndose funcionales y sin quererlo, le hacen el juego al contrario.
En ocasión del debate sobre el matrimonio gay estuvo bien claro que mientras los popes adherían al proyecto de alguna manera “oficial” la masa radical, es decir, los diputados y senadores de las provincias mantenían posturas diferentes, al extremo que en la Cámara de Senadores el proyecto se transformó en ley, verbigracia, al vergonzoso retiro de los jefes a la hora de votar.
Convengamos que no son extrañas estas posturas en el centenario partido que, recordemos, nació de una revolución, como fue la del Parque.
Ese espíritu revolucionario, esa convicción que las provincias eran anteriores  a la Nación y por ende, tenían derechos adquiridos respecto de la conducción del país, esa falta de erudición, ese olvido de las enseñanzas de Hipólito Yrigoyen y la falta de memoria sobre la conducta de Leandro N. Alem son ejemplos vívidos de un partido que cada vez más, como dijera Carlos Pellegrini, es simplemente un sentimiento y se puede llegar a transformar como sigan las disidencias en una oposición mezquina y que de alguna manera es funcional a quien como el actual gobierno realiza jugadas tácticas que le permiten gobernar aunque haya una mayoría hostil.
Justamente y teniendo en cuenta el interés de los niños, hace unos días el Diario “La Nación” publicó un editorial donde sostenía, entre otras cosas, que: “El punto que se discute hoy es si la iniciativa gubernamental que se ventila violenta o no la letra de la Constitución nacional y, en particular, entre otros, los artículos 14 bis, de protección de la familia, y 75, inciso 23, de amparo a los niños. De la mano de la admisión del matrimonio civil entre personas del mismo sexo, viene en el proyecto la facultad de adopción de personas hasta en su versión de adopción plena.
El segundo punto por considerar constituye en sí mismo, a la luz de las experiencias políticas y sociales de momentos de cambios notables en la humanidad, una alerta roja sobre los riesgos que se correrán en esta misma materia en el futuro, de sancionarse la iniciativa impulsada por el Gobierno -y, con nombre y apellido, por el ex presidente Kirchner-, respecto de la educación pública y de la libertad de expresión. Las experiencias de la naturaleza de la que está en debate anticipan que se provocarán, una vez obtenido el reconocimiento legal del matrimonio de personas de igual sexo, imputaciones jurídicas y el silenciamiento, en nombre de la noble causa de la antidiscriminación, contra quienes persistan en opinar en contra de lo que hoy propone el Gobierno. Sobre lo malo, lo peor”.
La reciente foto donde Julio Cleto Cobos y Ricardo Alfonsín se abrazan pareciera ser en la superficie un reencuentro y también un consenso para llegar con éxito a  las elecciones futuras pero, lamentablemente, pienso que el radicalismo está muy lejos de aquella sentencia del hombre del club del club Progreso cuando dijo “que se quiebre, pero que no se doble”.
En fin, que deje de ser el Partido Radical la segunda guitarra y que se anime a  ser de una buena vez cabeza de ratón y no conformarse con ser cola de león.

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