sábado, 10 de julio de 2010

LA UNIÓN NACIONAL


Hoy quiero ocuparme de las grandes divisiones que todavía aquejan a nuestro país, por ejemplo, recordar al Dr. Arturo Frondizi, quien logró plasmar la llamada “Ley Domingorena”, pese a la oposición de lo que hoy denominaríamos “los progres” que habían concitado prácticamente el 50% de la opinión pública.
Hoy puede advertirse fácilmente que las universidades privadas han sido un eficaz recurso del Estado para lograr avances no solo de tipo pedagógico sino también científico y excepto algunas con serios problemas de funcionamiento, como verbigracia la Facultad de Derecho de La Plata, han sido un factor de enorme progreso para la educación en el país.
Ello demuestra que muchas iniciativas que se concretaron pese a la oposición de núcleos de tendencia izquierdizante han servido para que sus impulsores lograran sus cometidos contra viento y marea.
De allí que hoy cuando el propio gobierno nacional intenta proyectos de envergadura  es bueno no parcializarse y examinar cada uno de ellos con objetividad.
Uno de ellos es la Ley de Medios, sin duda importante pues terminará con los monopolios que siempre son negativos y permitirá al periodismo en general usufructuar esa libertad tan cara a los que se dedican a  esa bienaventurada profesión.
Desgraciadamente la ley contiene algunos aspectos negativos, en especial que deja en manos del poder ocasional- o de turno- los resortes ejecutivos que permitirán el desarrollo de la televisión, radios, medios gráficos, digitales o web en el futuro, lo que por supuesto se contradice con los preceptos de la Constitución Nacional.
Convenimos que esta actual ley es superior a la preexistente, pero el sistema de repartirse los medios con el 33% que se reserva el Gobierno, otro 33% para ONGs y cooperativas- la inmensa mayoría bajo la órbita del actual Gobierno- y solo un 33% para el resto de los medios privados y a los que no se les dejará tener mas de 100.000 abonados,  lo que hace por demás de evidente que casi todos dependerán de la pauta oficial para poder sustentarse, lo cual conlleva consigo una trampa implícita, que hoy en día podrá utilizar el “kirchnerismo” pero si no ganase las elecciones del 2011, automáticamente pasarían a detentar tal poder quienes los venciesen y estos a su vez manejarían los medios a su antojo, o sea, la ley debe intentar garantizar la mayor independencia posible entre quienes informan, aspirar a ser pareja para todos los que se enrolen en tales fines y que sea un esfuerzo sostenido y regulado en el tiempo, cualquiera sea el signo político que gobierne.
Infortunadamente en nuestro país existe una visión equivocada de cómo se debe estructurar una ley de este tipo, en modo especial en su reglamentación, que se deja en manos del Poder Ejecutivo de turno, que tiene la visión que se trata de una disposición que puede manejarla a su arbitro, cuando en realidad no es el poder de turno quien debiera beneficiarse sino que tal tema es de interés para todos los argentinos y por ende hace a la cuestión cultural de la Nación misma.
De allí que esta Ley de Medios adquiere una importancia fundamental pues su aplicación bien hecha terminaría con algunos monopolios que son evidentes y que no hacen bien al periodismo bien desarrollado pues la libertad de expresión es un anhelo y una necesidad de todo el pueblo argentino.
El ejemplo que trajimos de nuestra historia reciente evocando la decisión de Frondizi en materia educativa es una demostración más que permite afirmar que cuando las cosas se hacen sin parcialismos ni egoísmos resultan acertados y beneficiosos para el interés cultural de la República.
De allí que sea necesario insistir en que la unión nacional por la que tanto bregamos solo se logrará sin revanchismos, con el apoyo de todos y recordando los sagrados intereses de la Patria.

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