lunes, 15 de junio de 2009

VERGÜENZA AJENA


Días pasados me encontraba en la ciudad de La Plata, cuando a eso de las l5 horas quise entrar en una panadería. Para hacerlo, tuve que sortear a un policía y a un trabajador que, soldadura en mano, estaba colocando una puerta blindada en el negocio. Cambié unas palabras con el artesano y éste me dijo por lo bajo, casi al oído: “Esto no sirve para nada, van a volver a robarle,” a lo que el joven policía asintió con una triste sonrisa. El “modus operandi” había sido muy simple, entraron, redujeron a las dos hermanas propietarias, las encerraron en el baño y se llevaron el dinero de la caja. Era domingo, a las 2 de la tarde de un día soleado y en un barrio tranquilo. Ahora, las chicas van a colocar la puerta blindada y una mirilla (sí, como en las farmacias!!!) y desde adentro atenderán, para disgusto de la clientela que le gusta entrar y elegir la mercadería, sobretodo a ancianos que suelen ser glotones y tener pocos y flacos pesos. Naturalmente, todo esto irá en detrimento del pequeño negocio que es orgullo del barrio, por la calidad de sus masitas… Este panorama se repite en toda la dimensión de la ciudad de las diagonales. Pese a que tienen buenos patrulleros y armamentos, la policía se encuentra impotente para detener éste avance de la delincuencia, pues no se tiene confianza, dinamitada desde afuera por la prensa y los propios gobiernos y por una Justicia que de eso tiene sólo el nombre. Se ha llegado paulatinamente a un estado de cosas tal que los “cacos” de cualquier condición que sean , gozan del favor de las autoridades, al menos desde el punto de vista de la omisión de los deberes propios de toda comunidad organizada, como le gustaba decir al General Perón. Cuando se le pregunta a los políticos oficialistas y también a los opositores como combatir la inseguridad, todos hablan de un plan y de generalidades, pero nadie se atreve a tomar el toro por las astas. En primer lugar, falta empleo y también al ensancharse la grieta entre ricos y pobres, el aumento desmedido de éstos, hace que la gente ande vagabundeando por las calles, sin nada por hacer y haciendo de la calle y sus vicios, su verdadero hogar. Sacar a los chicos de la droga y el alcohol sólo se logra con una política de Estado que empiece por el desarrollo en todas sus facetas. No es quitando a los más pudientes y dando graciosamente a los necesitados como se construye un país. Primero, hay que crear un Estado fuerte, es decir, rico y que pueda atender todos los renglones que hacen a la salud y bienestar de sus habitantes, eso se logra con mayor productividad, dándole oportunidades a la iniciativa privada para que duplique o triplique, por ejemplo, la producción agraria en cereales y oleaginosas. Que termine con la insufrible noticia que tenemos igual o menos vacas que hace 50 años. Que de una vez, mediante el desarrollo de la minería, la siderurgia y una inteligente política, permita poner en marcha las palancas que nos conducirán al desarrollo. Todo esto, no es “año verde”, simplemente para ello los gobernantes tienen que creer en nuestras posibilidades y sobretodo, dejar de robar directamente o indirectamente, con impuestos recesivos e intolerables.¿Entendido?

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