viernes, 13 de noviembre de 2009

COMO EL AVE FÉNIX


Que los partidos políticos están en crisis, no es por cierto una comprobación que exige demostración, habida cuenta que todos los días advertimos como un mandón como el ex Presidente en funciones hace lo que quiere. No solamente en su propio partido del que renuncia luego de una elección perdida pero ahora vuelve a postularse para ejercer su Presidencia sabedor que su actual mayor enemigo-Duhalde-puede ahora engullirlo para decirlo con palabras afectas a su estilo, sino también aliarse con los otros nucleamientos en los que los apetitos de poder campean por doquier. Los radicales, siempre propensos a los divisionismos, no saben cual será su líder y se pelean como criaturas pues entre Cobos, Morales. Sanz, Stolbizer y Alfonsín, existen demasiados caciques y ningún indio. Ni que decir entre el “trío más mentado” de Macri, De Narváez y Solá y mejor olvidarnos de los socialistas que son como el tero, gritan desde la oposición pero ponen los huevos junto al Gobierno…

En una palabra, el descrédito de los políticos, en ésta hora sombría de la Argentina es total. Frente a ellos, aparece en el horizonte una nueva forma de hacer política, encarnada por aquellos vecinos que quieran mejorar las cosas desprovistas de toda ideología y encauzadas en el bien común. Son los dirigentes barriales que están juntos para cavar una zanja, poner un caño para que haya agua corriente o iniciar gestiones para el cableado de su barriada. Es que en esas cuestiones de progreso social no puede haber divisiones aunque siempre el “divismo” puede estar presente y es el mal del que debemos cuidarnos y erradicarlo en cuanto aparece.

Sin lugar a dudas, son las sociedades de fomento –de las que obviamente estamos hablando- las llamadas a ocupar, tarde o temprano, el lugar de los políticos profesionales pues ellos traen auténticamente la voz de los barrios.

Algunos dirigentes del medio local parecen haberlo entendido así. Tal el caso de Ricardo de la Fuente, persona a la que no conozco pero que luego de varios intentos fallidos por progresar en la política vernácula optó por integrarse a la Sociedad de Fomento “Nuestra Señora de la Merced” y ahora, impulsado por sus pares, logra presidir la entidad de segundo grado, es decir, la federación de sociedades de fomento, junto a un luchador incansable, don Juan Carlos Bermúdez que merece el mayor de nuestros respetos.

Se dice que en el Edén originario, debajo del Árbol del Bien y del Mal, floreció un arbusto de rosas. Allí, junto a la primera rosa, nació un pájaro, de bello plumaje y un canto incomparable, y cuyos principios le convirtieron en el único ser que no quiso probar las frutas del Árbol. Cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, cayó sobre el nido una chispa de la espada de fuego de un Querubín, y el pájaro ardió al instante.

Pero, de las propias llamas, surgió una nueva ave, el Fénix, con un plumaje inigualable, alas de color escarlata y cuerpo dorado. Algunas fábulas lo sitúan posteriormente en Arabia donde habitaba cerca de un pozo de aguas frescas y donde se bañaba todos los días entonando una melodía tan bella, que hacía que el Dios Sol detuviera su carro para escucharle.

La inmortalidad, fue el premio a su fidelidad al precepto divino, junto a otras cualidades como el conocimiento, la capacidad curativa de sus lágrimas, o su increíble fuerza. A lo largo de múltiples vidas, su misión es transmitir el saber que atesora desde su origen al pie del Árbol del Bien y del Mal, y servir de inspiración en sus trabajos a los buscadores del conocimiento, tanto artistas como científicos.

Si hasta Quevedo y el Dante lo han evocado en sus obras magistrales.

Precisamente pensamos que las sociedades de fomento son como el Ave que renace de sus propias cenizas, pese a momentos de flaqueza, resucitan pues “donde hubo fuego, cenizas quedan” como recuerda el viejo adagio.

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