jueves, 1 de abril de 2010

LAS MALVINAS, HOY Y SIEMPRE


Cuando comenzamos  esta nota, no podemos menos que dejar de recordar a oficiales, suboficiales y soldados que cayeron en las heladas regiones del Sur y en el caso particular de quien esto escribe, a su ex colaborador en el Estudio Jurídico, Alfredo Jurío, quien también formaba parte de la dotación del Crucero General Belgrano, hundido por los ingleses fuera  del teatro mismo de operaciones.
Por cierto, ha existido una despiadada campaña de “desmalvinización” luego de la guerra en nuestro desventurado país y ello ha opacado la valentía de nuestros soldados, muchos de los cuales pagaron con su vida la osadía de enfrentar al imperio inglés- o lo que queda de él- apoyado siempre por la potencia mas grande de la Tierra, verbigracia, los Estados Unidos de Norteamérica.
“Amar la Patria es el amor primero y es el postrero amor después de Dios y si es crucificado y verdadero, ya son un solo amor, ya no son dos”. Estas palabras del insigne escritor argentino, el padre Castellani, son propicias para sintetizar el espíritu con que escribo estas líneas que están dirigidas con profunda gratitud a todos los que participaron en la gesta, por cuanto Malvinas es un nombre que genera en todo corazón argentino un dolor hondo y a la , un legítimo orgullo. La cruda realidad de la guerra pone al hombre frente a las opciones límites: o la cobardía o el egoísmo; la huída o el sacrificio. Saca a la luz lo mejor y lo peor del corazón humano y claramente la guerra de Malvinas no fue la excepción. Empero, a los argentinos las peleas ideológicas se han transformado en el mas espeso manto de neblina que opaca la luz que todavía hoy desde aquellas regiones proyectan nuestros héroes, porque si la sangre de mártires es semilla de nuevos cristianos, la sangre de los héroes fructifica en la Patria y  así, en un interrumpido desfile de grandes gestos debemos recordar a aquel padre sencillo, que participó de la operación Rosario y que fue el primer militar que derramó su sangre para lograr el primer objetivo: la rendición de las tropas inglesas y la captura del gobernador de las Islas, sin generar muerte y con el propósito de generar las negociaciones diplomáticas posteriores.
Precisamente durante la toma de la casa del gobernador, este soldado, conocido como el capitán Giachino, fue el primero en derramar su sangre, pues herido gravemente, se resistió a rendirse, hasta que se rindieron sus enemigos. Permaneció horas muriendo lentamente.
Hubo muchos valientes a quienes un periodismo interesado colocó el mote de “chicos de la guerra”, pese a que se portaron como guerreros completos. Tal el caso de los 40 jóvenes soldados que se enfrentaron al desembarco en San Carlos de 2.500 profesionales, munidos de armamento mas sofisticado. Estaban dirigidos por un jefe de valor excepcional: el teniente primero Carlos Esteban e hicieron “fuego reunido”, es decir, dispararon sus fusiles al unísono sobre los helicópteros enemigos y lograron derribar a 4 de ellos antes de replegarse.
Eran corazones valientes, no porque no sintieran miedo o ignoraran el peligro, sino porque le hicieron frente hasta el fin. Tal fue el caso del legendario sargento Mario Cisneros, que cayó en las inmediaciones del Monte Dos Hermanas, trabado en combate con los comandos británicos. Cuando llegó a Puerto Argentino dijo: “yo tengo mucho miedo, pero el inglés también debe tenerlo y yo le voy a hacer frente”. Antes de su batalla final le espetó a su hermano: “yo rendido no vuelvo. O ganamos o no vuelvo vivo”.
Y por fin, el recuerdo para los gloriosos halcones d e la Fuerza Aérea, que volando al ras del agua hicieron estragos en la flota inglesa, como el caso del piloto Luciano Castagnini, que cuando alcanzaron su avión en lugar de eyectarse decidió incrustarse en el mástil de la fragata “Antelope”, perforándola con una bomba y con su propia nave. Poco después, el barco estallaba y se hundía.
Por todo ello pudo decir Pierre Closterman, el as  de la aviación francesa: “vuestro valor nos ha deslumbrado y no solo el pueblo argentino no debe olvidaros nunca, sino somos muchos los que en el mundo estamos orgullosos de que seáis nuestros hermanos pilotos. Hay “la verdad vale únicamente por la sangre derramada y el mundo cree solamente en las causas cuyos testigos se hacen matar por ellas”.
En Malvinas sufrimos la derrota, es cierto, la Cruz también fue una derrota aparente, pero luego hubo un alba de domingo de Resurrección y este año en el que han coincidido justamente el Viernes Santo con el 2 de abril, recordemos a estos héroes de la Patria, que ya compartieron su Cruz y su victoria sobrenatural en el Atlántico Sur.
Días vendrán en que este manto de olvido será definitivamente borrado, pues la Argentina recuperará tarde o temprano su destino de Patria soberana, más allá de las traiciones ocasionales, con las islas  Malvinas incluidas.

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