jueves, 8 de abril de 2010

"NO ES AL PAPA, ES A LA IGLESIA..."


La corresponsal del Diario La Nación en Italia, Elizabeta Piqué, logró una más que fructífera entrevista con  el Senador italiano Marcello Pera, en la que el mismo se pronuncia acerca de la campaña periodística, pretendiendo hacer responsable de algún modo y manera al Santo Padre por los casos ocurridos hace mas de 25 años en países como Irlanda y otros de fuerte raíz católica y donde se perpetraron abusos sexuales contra niños, en claros casos de pederastía.
El filósofo  Marcelo Pera, nació en Lucca, Italia, y se graduó en Filosofía en la Universidad de Pisa. Políticamente se lo puede describir como un académico liberal y neoconservador, y entre las frases más importantes de la entrevista en cuestión  puede destacarse la siguiente:
 "El Papa es el blanco inmediato del actual escándalo mundial por abusos sexuales cometidos contra niños en el seno de la Iglesia Católica, pero hay un blanco mayor: el cristianismo mismo, la Iglesia." Este es el análisis que hace el senador italiano Marcello Pera, prestigioso pensador liberal y académico, amigo personal de Benedicto XVI, que está convencido de que hay en curso una peligrosísima guerra entre laicismo y cristianismo. Pera, que en 2004 escribió el libro Sin raíces con el entonces cardenal Joseph Ratzinger, no piensa que haya un complot contra el Papa, como algunos creen en el Vaticano, sino que lo que mueve esta guerra es una ideología laicista, que considera a la religión un obstáculo para la libertad. Punta de lanza de un movimiento neoconservador, Pera, de 67 años, fue presidente del Senado en el anterior gobierno de Silvio Berlusconi (2001-2006). Profesor de Filosofía Moral en la Universidad Lateranense, el año último escribió Por qué debemos llamarnos cristianos, un libro que condena el relativismo y la incertidumbre cultural de la sociedad actual y que cuenta con un prólogo del propio Pontífice.
-Para usted, que lo conoce personalmente, ¿cómo vive el Papa el creciente escándalo?
-Yo pienso que el Papa se convirtió en un blanco, pero que el verdadero blanco va más allá de él. Lo que se está poniendo en discusión a través de todos estos escándalos, la mayoría verdaderos y otros, no verdaderos, es la Iglesia y, sobre todo, la legitimidad de la Iglesia para desarrollar la función educativa. Este es el blanco.
-¿Quién cree que está detrás de todo esto?
-No hay un complot, sino que hay en curso una guerra entre el cristianismo y una ideología muy difusa en Europa y gran parte de Occidente, que es lo que se llama la ideología laicista. Es decir, la que considera a la religión un obstáculo para la libertad del individuo y una fuerza retrógrada, no portadora de progreso. Es esta ideología la que mueve la guerra. No hay jefe ni un complot oculto.
-Usted comparó, en un artículo del Corriere Della Sera, esa ideología laicista hoy hegemónica con el nazismo...
-Sí: evoqué el nazismo porque en ese caso también había una batalla explícita contra la religión cristiana.
-Pero estos abusos sexuales lamentablemente existieron, y el silencio de parte de la Iglesia también...
-Es cierto: los abusos existieron y probablemente también hubo un retardo de la Iglesia, como institución, en tomar conciencia. Pero esto vale para todas las instituciones. Si usted encuentra un caso de abuso entre magistrados o entre profesores universitarios, siempre observará que la reacción de la institución es que no niega el caso, pero trata de circunscribirlo, para evitar que dañe a toda la institución. Es una actitud protectiva. No es justificable: habría sido más oportuno desde el inicio evitar esta forma de reacción protectiva, pero es comprensible.
-¿Pero no le parece más escandaloso que haya ocurrido en una institución como la Iglesia?
-Ciertamente, sí. Es más grave. Por lo tanto, la severidad debería haber sido mayor, es cierto. Se trata de intervenir: no sólo de condenar. De prevenir y tomar medidas... ¡Y el Papa está haciendo esto! Pero no es apreciado por lo que está haciendo, por esta nueva firmeza. ¿Por qué? Porque, evidentemente, lo que se pide no es la reparación del acto individual. Aquí se trata de demostrar que la Iglesia, en cuanto Iglesia, cubre a los homosexuales o a los homófobos, porque los cría. ¡Este es el blanco más grande!
-Según su análisis, esto hasta podría poner en peligro a la democracia...
-Considere la historia de Europa. No es la primera vez que hay una fuerte reacción o una campaña en contra de la religión cristiana. Lo hicieron los comunistas y lo hicieron los nazis. Cada vez que ocurrió, generamos las más monstruosas ideologías totalitarias: el nazismo, el comunismo, el antisemitismo. Entonces, estos casos singulares de abusos son reprobables, vergonzosos, repugnantes. Deben adoptarse medidas de prevenciones mayores, más controles. Pero ¡atención! Detengámonos allí. No vayamos más allá, porque si vamos más allá corremos el riesgo de encontrarnos en un clima antirreligioso y anticristiano, que en Europa ya ha generado monstruos. Es una batalla entre una cultura laicista difusa y hegemónica y una minoría cristiana que trata de resistir una avanzada de barbarie ética. Si a esto se agrega la presión islámica, entonces yo me siento preocupado por el futuro de Europa. Y si agrego la crisis demográfica europea, tengo derecho de estar preocupado y de llamarles a todos la atención.
Hasta aquí, las conclusiones de éste pensador, a las que debemos agregar por nuestra parte, que la pretensión laicista de desalojar a la Iglesia de la educación de los niños, no es por cierto nueva, pues viene desde los remotos tiempos de Oscar Wilde, precisamente aprovechando la declinación que se observa en Europa, donde ha pasado a ser una minoría militante, a punto tal que la nueva Constitución Europea no menciona a Dios como fuente y razón de todas las cosas.
Se establece la paradoja que la Iglesia triunfa en otros continentes, en especial en América y África, mientras languidece en Europa y lo que es explotado por los sostenedores del laicismo que no pueden mirar con buenos ojos su vigencia ni su obra dos veces milenaria.

1 comentario:

  1. Lo grave del asunto no estriba en la pederastia sino en el encubrimiento.
    Y de ninguna manera es como dice Pera, un "retardo" de los obispos para corregir, no, hubo en muchos casos una clarísima voluntad de tapar todo y para siempre, apelando incluso a recursos inaceptables, como el soborno.

    Tampoco ha habido lo que Pera llama "actitud protectiva". ¿Protectiva de qúién? De las víctimas seguro que no, pues muchos casos se "resolvieron" trasladando a la manzana podrida de cajón en cajón. Ahora bien, si Pera sugiere que la actitud de los obispos ha sido "protectiva" de su prestigio social, bueno, coincidimos, pero no parece que vaya por ahí su razonamiento.

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